Maria de Ventadorn (o Maria de Ventedorn) (en francés: Marie de Ventadour) fue una patrocinadora de la poesía trovadoresca a finales del siglo XII.[1]
María de ventadorn | ||
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![]() | ||
Información personal | ||
Nombre en francés |
Marie de Ventadour ![]() | |
Nacimiento |
Siglo XIIjuliano ![]() | |
Fallecimiento |
1222 ![]() | |
Nacionalidad | Francesa | |
Familia | ||
Padres |
Raymond III, Vicomte de Turenne ![]() Hélie de Severac ![]() | |
Cónyuge |
Eble V of Ventadorn ![]() | |
Información profesional | ||
Ocupación |
Trobairitz, poeta, compositora, escritora y mecenas ![]() | |
Área |
Poesía ![]() | |
Movimiento |
Música medieval y poesia trovadoresca ![]() | |
María fue una de "las tres de Turena", las tres hijas del vizconde Raimundo II de Turena y de Elisa de Séverac.[2] Estas tres, de acuerdo con Bertran de Born, poseían tota beltat terrena, "toda belleza de la tierra".[2] Su fecha de nacimiento es incierta; falleció posiblemente en 1222. Su nombre se registra de diversas maneras como Marie de Turenne y Marguerite de Turenne. Se casó con el vizconde Eble V de Ventadour (Corrèze, Francia); tuvieron un hijo, Eble (VI),[2] que se casó con Dauphine de la Tour d'Auvergne, y una hija, Alix o Alasia.[3]
El esposo de María era nieto de Eble III (patrocinador del importante trovador temprano Bernart de Ventadorn), y bisnieto de Eble le chanteur, quien, según se cree, fue uno de los creadores del género.[2] María es tratada, o al menos mencionada, en la obra de varios trovadores, incluyendo Gaucelm Faidit, la Monja de Montaudon, Gausbert de Puicibot, Pons de Capduelh, Guiraut de Calanso, Bertran de Born y Gui d'Ussel.[2] De acuerdo a un comentario poético incluido en Biographies des Troubadours, Hugo IX de Lusignan era el "caballero" de María (era sos cavalliers).[2]
María de Ventadorn fue catalogada como una trobairitz (trovadora) en su propio derecho por la fuerza de una sola tensón o debate poético (de fecha c. 1197), cuyos versos alternos fueron aparentemente compuestos por ella y por Gui d'Ussel.[4][2] La cuestión planteada en el debate era la siguiente: ¿una vez que un hombre logre ser aceptado como el amante de una mujer, se convertiría a partir de entonces en su igual, o seguiría permaneciendo su siervo? María defendió el último punto de vista.[2]
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