Juan Antequera López, conocido como Tomás de Antequera (Valdepeñas, Ciudad Real, 7 de julio de 1920 – Madrid, 4 de marzo de 1993) fue un cantante de copla español.[1]
Tomás de Antequera | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Juan Antequera López | |
Nacimiento |
7 de julio de 1920 Valdepeñas | |
Fallecimiento |
4 de marzo de 1993 ![]() Madrid | |
Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación |
Cantante ![]() | |
Instrumento |
Voz ![]() | |
Era el hijo menor de una familia de 23 hermanos con una común afición al cante. Con 16 años canta en las tabernas y cines de los pueblos de La Mancha.
Al estallar la Guerra Civil, fue llamado a filas y se incorporó, al igual que otros artistas como Manolo de Huelva, al ejército republicano en el frente de Madrid. Allí organizó espectáculos para divertir a los soldados, cantando cuplé. Posteriormente formó parte de las compañías que recorrían España, quedándose definitivamente en Madrid en los años 50, formando parte de la compañía de Emilio el Moro.
Después se consagró con temas como La Gabriela, La Macarena, El Romance de la reina Mercedes, Doce cascabeles, Zambra de mi soledad, Campanero Jerezano, Manto de Amargura, La Leo, etc. En 1952 Doce Cascabeles, escrita por Juan Solano García, Basilio García Cabello y Ricardo Freire se convierte en la canción más popular del año. Fue muy singular su atuendo en los escenarios, sobre todo sus chaquetas, algunas en el Museo del Traje, que diseñaba y decoraba el mismo y sus famosos crótalos, unos platillos muy pequeños sujetos a los dedos pulgar y corazón de ambas manos, con los cuales marcaba el ritmo en sus canciones, produciendo un agradable sonido muy característico. Por ello y por estar relacionado con la sala Molino Rojo de Madrid, sería señalado de republicano y homosexual, como también ocurriese con Miguel de Molina.[2][3]
Engendraron una leyenda. Si Miguel de Molina no hubiera sido tan provocador y hubiera sufrido la servidumbre y grandeza de su opción sexual con la misma dignidad y silencio que tantos otros grandes artistas españoles de la piompa que se quedaron aquí tragando quina y sin los laureles heroicos del exilio, hubiera sido un coplero más, uno del montón. Hubiera sido, en el mejor de los casos, como Tomás de Antequera, el de «Doce cascabeles». Que cantaba por cierto siete mil millones de veces mejor que Miguel de Molina y era igual de mariquita. Pero aquí, sin cuentos del exilio, con dos co...plas.Antonio Burgos para ABC 25-3-2009
Fue un grande de la copla en los años 40 y 50, con el apodo de "el estilista". Su magistral voz fue elogiada directamente por Concha Piquer.[4]
Se retiró de los escenarios en los años 70 y en 1978 participa en el programa Cantares. En lo personal era una persona sencilla, que acudía a la Semana Santa de Valdepeñas y cantaba saetas a la Virgen de la Consolación. Entre finales de los años 80 y principios de los noventa y gracias a un conocido programa de radio, volvió a los escenarios, actuando en varias salas de Madrid, gracias al apoyo de Paco Clavel.[5] Muere en 1993 en su domicilio de la calle Bretón de los Herreros, 3 (Madrid),[6] donde se instaló una placa que le recuerda. Está enterrado en Valdepeñas, donde tiene una calle dedicada donde se encuentra su escultura, obra de José Lillo Galiani (1994)[7][8]
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