Un baión para el ojo idiota es el tercer álbum de estudio del grupo musical de Argentina Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, fue editado en 1988. Según el Indio Solari, vocalista y líder del grupo junto a Skay Beilinson es una de las grabaciones que mejor capta el espíritu y la idea musical del grupo durante esos años. Varias canciones del álbum se han convertido en clásicos del grupo como «Masacre en el puticlub», «Todo preso es político», «Vencedores vencidos», «Ella debe estar tan linda», «Noticias de ayer», «Aquella solitaria vaca cubana», «Todo un palo» y «Vamos las bandas».[1]
Un baión para el ojo idiota | |||||
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Álbum de estudio de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota | |||||
Publicación | 9 de mayo de 1988 | ||||
Grabación | 1987 | ||||
Género(s) | Blues rock | ||||
Formato | CD, vinilo, cassette, descarga digital y streaming | ||||
Duración | 37:51 | ||||
Discográfica | Del Cielito Records | ||||
Productor(es) | Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota | ||||
Certificación |
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Cronología de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
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El grupo empezó a grabar el álbum en medio de un cambio en su formación, por lo que el sonido del álbum terminó siendo distinto a su entrega anterior Oktubre. En cambio, Un baión para el ojo idiota presenta un sonido mucho más sólido, saliendo de los tonos menores y acordes atípicos, y comenzando a utilizar guitarras eléctricas distorsionadas y ritmos de batería en donde se siente un sonido de rock and roll más clásico, en algunos casos recuperando el sonido festivo de Gulp. La nueva formación incluía a Sergio Dawi en saxofón reemplazando a Willy Crook quien toco en varios shows de 1987 antes de la llegada de Sergio, y a Walter Sidotti en batería reemplazando al Piojo Abalos. Finalmente el nuevo trabajo fue presentado en vivo los días 13, 14, 21 y 28 de mayo de 1988 en el Teatro Bambalinas de la calle Chacabuco. Agregaron una nueva función el día 4 de junio.
La realización fue de Rocambole, dijo que:
Son referencias al título del disco estaba el televisor pero no se me ocurría una imagen de la idiotez. Hasta que un día encontré una instalación hecha por mi hija (Marilu) era un muñeco con collares, antifaz, chupete. Después le agregué el perro, que es una constante de la literatura solariana. El grupo se hizo más popular y mis obras empezaron a reproducirse, prefiero que estén en la calle que en un museo. A mí siempre me interesó más el arte de las historietas que el de las muestras a las que va un montón de gente a tomar vino y charlar.[2]