Rosamel Araya (San Antonio, 30 de agosto de 1936 − Buenos Aires, 12 de febrero de 1996) fue un cantante chileno de boleros.[1] Su aspecto robusto y varonil contrastaba con su voz dulzona, que pronto lo hizo destacar entre los cantantes melódicos.[2]
Rosamel Araya | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
30 de agosto de 1936 ![]() San Antonio (San Antonio, Chile) ![]() | |
Fallecimiento |
12 de febrero de 1996 ![]() Buenos Aires (Argentina) ![]() | |
Causa de muerte |
Insuficiencia respiratoria ![]() | |
Sepultura |
Cementerio de la Chacarita ![]() | |
Nacionalidad | Chilena | |
Información profesional | ||
Ocupación |
Cantante ![]() | |
Género |
Música cebolla ![]() | |
Instrumento |
Voz ![]() | |
En 1958 ―con 21 años de edad―, Rosamel Araya llegó a trabajar a la ciudad de Mendoza (Argentina) con el grupo [Gatos fantasma], siendo el bolero su fuerte musical. Con sus compañeros recorrió primero Argentina y el resto de Latinoamérica después. Finalmente Araya se radicó en Buenos Aires, donde desarrolló buena parte de su carrera.[2] «Quémame los ojos», «Arrepentida», «Nuestro juramento » y «La carta» fueron entonces éxitos arrolladores que afirmaron su popularidad como solista. Alcanzó su mayor popularidad en los años sesenta.[2]
En 22 de sus discos fue acompañado por el también jovencísimo guitarrista Juanjo Domínguez, entre otros.[3] Así mismo, se conoce en el ambiente, que también ha sido acompañado con la brillante guitarra del joven talentoso Héctor Trabuco González, quien ya con 12 años comenzaba a transitar por los escenarios. Cada fin de semana tenía contrataciones para animar bailes y participaba en programas musicales de televisión. Realizó varias giras por América del Sur y grabó decenas de discos (en total dio a conocer más de ochenta). En 1976 comenzó una época de represión muy dura en Argentina. En 1978, Araya volvió a Chile, donde vivió durante algunos años.[2]
En 1979 visitó Buenos Aires para participar en la película argentina La carpa del amor, con Cacho Castaña, Ricardo Darín, Carlitos Balá, Tormenta, Manolo Galván, Carlos Torres Vila y Katunga.
En 1983 regresó definitivamente a una Argentina que volvía a vivir en democracia, mientras en Chile continuaba la dictadura. El bolero ya había cedido el paso a otras manifestaciones de la música latina pero Rosamel permaneció muy activo sobre todo en sus recorridas por el interior.[2]
Casi mayores ―es decir, después de cumplir los quince― nuestros himnos comenzaron a ser otros, desde el ondulante chamamecero [sic, por bolerista] Rosamel Araya: «Para que sepan todos a quien tú perteneces / con sangre de mis venas te marcaré en la frente».Fernando Noy[4]
Un día [hacia 1990] tuvimos que hacer un show en El Dorado y estaba Rosamel Araya. Nos presentaban como «el viejo bolero y el nuevo bolero». Él estaba vestido igual que yo, pero yo estaba haciendo un personaje y en cambio él iba en serio. Ese contraste me marcó una línea estética a trabajar con el tiempo. Hoy la gente grande lo disfruta con nuestros temas de los años cincuenta.El Chino Viola, cantante del grupo de boleros Los Amados[5]
En 1994 registró el que sería su último álbum: A mi manera.[2]
En 1995, por motivos de salud tuvo que suspender una extensa gira por Miami y países centroamericanos.[2] Con 59 años, tuvo que ser internado en el sanatorio Anchorena (de Buenos Aires) a causa de una dolencia hepática. Falleció por una insuficiencia respiratoria a las 2:45 del 12 de febrero de 1996.[2]
Sus restos descansan en el panteón de Sadaic en el Cementerio de la Chacarita.[2]
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